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NACIONALIDAD: Británica
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EDAD: Veinte y tantos
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EXPEDIENTE PSICOLÓGICO: Síndrome de Estocolmo, psicopatía y trastorno de estrés postraumático.
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TÁCTICA PREFERIDA: La tortura, cuanto más lenta mejor. Esta táctica le ayuda a compensar y a aliviar el dolor de las heridas que le dejaron estar tanto tiempo secuestrada.
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INVENTARIO: Una maquina de tortura, un pin explosivo y un walkie talkie
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ESTADO ACTUAL: Muerta
ANTECEDENTES
Heredera del imperio de petróleo multimillonario de su padre, Sir Robert King, Elektra es destaca entre las demás por ser la única femme fatale ricachona de las películas con un imperio en sus manos. Cuando James Bond la conoce aparenta ser un pobre corderito inocente, una víctima del mundo, una mujer que necesita ser salvada. De hecho, la primera vez que se conocen ella se encuentra en pleno momento de luto tras la reciente muerte de su padre. Adicionalmente el agente 007 se familiariza con su pasado y descubre que había sido víctima de un secuestro por parte de Renard, el anarquista, un terrorista especializado en propagar el caos alrededor del mundo. Elektra llama la atención de Renard por la mucha atención mediática que recibió desde su juventud por su belleza y su condición de multimillonaria. Sería un evento equiparable al secuestro de una Paris Hilton o una de las Kardashians, un auténtico desastre, justo lo que le gusta a un terrorista como Renard. M también se ve relacionada con Elektra a causa de su padre, Sir Robert King, que había sido un amigo muy cercano de ella, que requirió mucho de su apoyo emocional y recomendaciones relacionadas con el secuestro de su hija. Tras la muerte de su padre, M encomienda al agente 007 la tarea de proteger a Elektra King. El rol del hombre protector, desempeñado por Bond, y la pobre chica inocente, Elektra King, se complementan naturalmente dando lugar a una especie de tensión sexual entre los dos. Es entonces cuando una cosa lleva a la otra y pronto comienzan a tener una relación romántica que gira alrededor de esa dinámica de hombre protector y mujer en apuros. Pero en las sabias palabras de Elektra: “no tiene sentido vivir si no puedes sentirte vivo”; vivir completamente a salvo y sin ningún riesgo no es suficiente, para vivir igual sí, pero no para sentirse vivo por completo. Continuando con la investigación de los enemigos del imperio de petróleo King, James Bond se infiltra en una base militar nuclear a punto de ser destruida por Renard y su banda de criminales. En medio de la batalla contra Renard se da cuenta de un detalle, este utiliza la misma expresión que Elektra: “no tiene sentido vivir si no puedes sentirte vivo”. Esto sumado con sus sospechas previas de un topo infiltrado en el MI6 desemboca en una dramática escena en la que Bond confronta a Elektra y la acusa de padecer el síndrome de Estocolmo. En ese momento a Elelktra se le llenan los ojos de lágrimas y le da una bofetada en la cara. No haberla dejado fuera de juego en ese instante de vulnerabilidad, habrá sido el mayor error cometido por el agente 007 y su superior M. Poco después Elektra aprovecha la ausencia de Bond, que está en una misión con el fin de evitar una catastrófica explosión nuclear, para tomar el mando con la ayuda de sus matones. Para vengarse de M, por haber aconsejado a su padre que no comprara su libertad durante su secuestro, la encarcela en una torre en estambul con un reloj, y nada más que un reloj para que pueda darse cuenta del momento en el que lleve a cabo su malévolo plan, con la ayuda de Renard. Pero en realidad, Elektra había estado planeando todo este tiempo, destruir con una explosión nuclear la ciudad de Estambul y el oleoconducto perteneciente a su familia con la ayuda de Renard. En su gran escena final Elektra utiliza una maquina de tortura con Bond, tras liberarse este le da una última oportunidad de redimirse y de salvar su vida entregandole su walkie talkie conectado con el de Renard. Mientras James la apunta con la pistola Elektra le recuerda: “tú no me matarías, me echarías de menos”. En vez de cancelar la misión para salvar su propia vida y otras miles, ella comienza a gritar por el aparato y acaba recibiendo un disparo justo en el corazón. “Yo nunca fallo” aclara Bond mientras acaricia el cadáver de la joven.